INTERIORIDAD Y EXTERIORIDAD

A veces, cuando reflexionamos en torno a la dimensión interior y en cómo conectar con ella, surge la duda de si "tanta interioridad" no nos dejará encerrados en nosotr@s mism@s. Nada más lejos de la realidad si ese adentramiento en mi interioridad es sano. 

Interioridad y exterioridad son dos dimensiones antropológicas, dos ámbitos de expresión de mi ser. Sin embargo, dado el modo en que en occidente hemos perdido la sabiduría que proviene de la conexión con la tierra nutriente de nuestra interioridad, se hace preciso poner el énfasis en volver a abrir los canales de comunicación con nuestro yo profundo.


Este es el logo que he elegido para mi método de trabajo. El hno Joaquín Gogorza de La Salle ha sido el artista que ha entendido lo que late y está en la base de mi propuesta: una interioridad que precisa de la relación con los demás, con el mundo y con Dios para desarrollarse, para expresarse, para ser iluminada. Si te fijas verás que la "E" y la "I" parecen encajar o tenderse la mano. El verbo "educar" tiene su raíz en el latín "educere", que significa traer afuera. Educar con corazón es un acto de ayudar a dar a luz, de cuidar la vida que late ya bella y fuerte en nuestr@s alumn@s como en nosotr@s mism@s. El/la maestr@ tiende su mano al alumn@ con amor, con profundo respeto a lo que es. El maestro, la maestra tiene siempre ojos de amor para con cada alumn@. Mirada que reconoce toda la belleza que cada alum@ lleva dentro de sí. Educar no es enseñar a quien nada sabe, sino ayudar a dar a luz la sabiduría que el  niñ@ y joven llevan en su interior. En el logo, esa unión respetuosa y amorosa se da entre la Educación y la Interioridad, porque queremos educar desde lo profundo y entrenando la mirada para, junt@s, "mirar más allá". En ese entrelazamiento entre la "E" y la "I" se expresa simbólicamente también el primer objetivo de mi modo de proponer la EI y es  favorecer la UNIFICACIÓN DE LAS DIMENSIONES DE LA PERSONA: interioridad y exterioridad y cuerpo-mente-corazón.

Además puedes ver unas líneas que crean una base que abraza la "EI". La interioridad en cuanto dimensión antropológica, y la Educación de la Interioridad como propuesta pedagógica, necesitan enraizarse en la vida y servir para la vida. No es la EI un camino de preguntas vanas o de experiencias "para pasar el rato", sino que apunta hacia procesos que nos ayuden a vivir una vida plena en relación con la vida de cada día. Pasar de "estar sujet@s" a ser sujetos de nuestro camino personal.

Además son tres líneas simbolizando los tres contenidos básicos que creo siempre han de estar presentes en cualquier propuesta de EI: cuerpo, mente y corazón.

Por último, desde una mirada creyente, las tres líneas que recogen ese abrazo entre educación e interioridad, representan la Presencia amorosa y vivificante de nuestro Dios Trinidad: tres modos de manifestación de lo divino, tres Personas en una perfecta Unidad que nos invitan a ser también nosotros familia, humana pluralidad y diversidad en común-unión. Ahí se inserta el segundo gran objetivo de este modelo de EI: LA CONSTRUCCIÓN DE LA UNIDAD CON LOS DEMÁS, CON EL MUNDO Y CON DIOS.

El símbolo de la espiral para explicar la pedagogía de la EI me es especialmente querido. La espiral es una sola línea que se adentra pero no se cierra sino que permite volver a salir. Camino que gana en hondura pero sin cerrarse nunca a aquello que nuestra mente entiende como "fuera de mí".

A medida que conectamos más con nuestro mundo interior, entendemos que tal diferenciación entre "interioridad" y "exterioridad" es una forma de ordenar la realidad que necesita la mente, pero que no existe en los niveles de mayor profundidad y sabiduría.

Aquello que llamamos "interior" y aquello que denominamos "exterior", forman una unidad, se retroalimentan, están llamados a nutrirse mutuamente. Son dos ámbitos en el que el ser que soy se expresa.

Por ello, en la espiral encontramos el recordatorio de que necesitamos ambos movimientos vitales: el adentramiento, y la exteriorización  de quien soy, de lo que siento, pienso, percibo, la concreción de lo que soy en mi acción en el mundo.

Desde la Educación de la Interioridad como paradigma pedagógico, apostamos por nutrir específicamente el ámbito interior en la escuela, por la forma en la que nuestros contexto cultural ha ido olvidando cómo hacer ese movimiento de "adentramiento" tan necesario para ser.

Es un regreso a casa para alimentarnos, descansar, ralentizar el ritmo, escucharme, conocerme, captar el eco que la vida deja en mí, etc. y todo ello para poder salir de esa casa interior con mucho más que ofrecer a los demás, un regreso a casa para vivir el mundo como hogar y a cada persona como herman@.

Desde su raíz cristiana, este modelo de EI no olvida que en Jesús se nos ha manifestado nuestra doble identidad: Hij@s de Dios y herman@s de tod@s.

© 2020 Educación de la Interioridad. Elena Andrés 
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar